domingo, 22 de agosto de 2010

Tarde de agosto

Como una tarde lúcida de agosto se abre ante mi la oportunidad de disfrutar esa misma tarde llena de suave color, el aroma floral le es inherente mientras que los sonidos artificiales amplificados por mi reproductor dotan a la aterciopelada luminosidad del valor necesario para ser apreciada. Sólo observo y escucho la naturalidad de este pequeño y subjetivo crepúsculo, pero me animo a sentir pues el baile asincopado del viento roza mi piel y las palmeras comienzan a besarse, altas, en su fondo azul. Las geométricas formas de los edificios se conjugan con la tenue luz solar para formar nuevas pero móviles apariencias que brillan tal y como lo hacen ciertos reflejos que soportan las ventanas cerradas, pues en las entreabiertas las cortinas son mecidas por internas corrientes. La tranquilidad es dueña del barrio y sólo algún quejido de Jagger me distrae de la totalidad, de toda esta trade lúcida de agosto que tras mi ventana invita a vivir, de ese pequeño piar que sólo alcanzo a escuchar a pesar de Mick. Sólo son necesarios unos minutos para disfrutar de verdad, totalmente gratis, y sin necesidad de nadie (aunque con alguien el disfrute aumenta). Y una vez disfrutado a seguir con el endiablado ritmo de nuestra desviada cultura.