jueves, 25 de diciembre de 2008

El ciclo de mi día

No es posible abstraerse totalmente del propio tiempo y aunque yo lo he intentado prácticamente durante todo el día la maldita televisión no me ha permitido lograrlo. A pesar de haber permanecido toda la mañana sin abrir el ordenador, dedicándome a otros menesteres más ociosos y haber pasado la tarde enfrascado en una lectura que me transportaba a la época renacentista a la par que digería el Robin Hood que daban por la tele, al final de ésta, las noticias me han devuelto a mi realidad, una realidad cada vez más lejana de lo que me rodea, o así me sentí al comprobar que hoy es Navidad, ver un rato la programación te recuerda en que fecha nos encontramos e ingenuamente me hace preguntarme por qué yo he olvidado o por qué he desdeñado el valor que tradicionalmente se le atribuye a dicha festividad, por ello mi asombro ante la separación de lo que me circunscribe que aunque sé que es algo premeditada y circunstancial por causas, digamos ajenas, me da mucho que pensar ante esta nueva modalidad de pasar, simple y llanamente del tema, pues entraña varias causas y efectos como toda acción, pero que aún no comprendo o no quiero llegar a comprender, es para mejor, para peor, cúales son los cambios buenos y cúales los malos, a dónde me llevará una actitud o que riesgos tendrá... son dudas y antinomias que ahora me surgen al pensa sobre ello y que sólo el tiempo y quien tenga que hacerlo juzgarán, y que hoy por ser Navidad quiero olvidar, pues tratando de pensar en algo que escribir distinto de lo último esbozado al considerar la idoneidad del día, el mismo día me llevó a él mismo, a sus entrañas y a las mías que no podían escapar de su mágica espiral.

martes, 16 de diciembre de 2008

30 días

Treinta días sin escribir puede parecer demasiados pero para alguien que no está acostumbrado a hacerlo no son excesivos a pesar de las anécdotas y curiosidades que han dejado de ser mencionadas desde mi última entrada, y no ha sido por falta de ánimo sino de ganas de ponerme a escribir para subrayar por ejemplo la estupidez de un Carlotti en una columna de opinión de El País o el nuevo eslogan navideño "Feliz crisis 2009". Hay veces que es incluso mejor guardar silencio, pero este no debería de ser el caso, pero la vaguedad suele habitar en mi cuerpo y teclear torpemente las palabras letra a letra a veces me produce sopor, mis ideas fluyen a más velocidad que mi escritura, me pierdo y me deslizo por cada concepto cuando aún no he procesado el anterior. Por ello ya tengo un reto de esos que nos marcamos con la llegada de cada nuevo año, y aunque yo suelo ser reacio a todos los clichés de tan hipócrita época, este año me voy a comprometer con escribir con una mayor frecuencia con una doble finalidad, expresar mis valoraciones y comenzar a escribir de una vez por todas.