Dios derrama su amor desde el todo a las partes,
pero el alma humana ha de hacerlo
desde el individuo hacia el todo.
La afirmación de sí suscita el despertar de la conciencia
a la manera de una piedrecilla arrojada a un estanque:
desde el centro agitado de las aguas
emerge, así, un estrecho círculo,
al que seguirá luego otro más ancho
para expandirse en otro y otro más...
Parientes, vecinos, amigos
serán por ellos abrazados y el abrazo
se extenderá después a su país,
así como, tras éste, a otros paises,
para abrazar por fin a todo ser humano.
Alexander Pope
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