domingo, 6 de abril de 2008

un final insípido

Acaba de terminar la huelga de la Justicia española y lo más sorprendente son las declaraciones del Ministro de Justicia donde proclama un simple y llano empate, pues por lo visto no hay ni vencedores ni vencidos, y democráticamente y políticamente quizá sea una frase muy adecuada, pero creo que ante la lucha de derechos, como lo son los de los trabajadores en este caso, no puede haber sino una derrota de quien quiera que sea que detente la potestad normativa represiva, pues siempre habrá de ceder ante la exigencia mayoritaria de los derechos vilipendiados. No sé que tipo de acuerdo se ha concretado, tampoco me interesa relativamente en tanto que no trabajo en esa administración, sin embargo puedo observar que no ha debido de ser muy bueno cuando desde la cúpula se proclama un empate, claro que también han podido perder y desvirtuar las declaraciones para no desprestigiar su labor ante la oposición, pues de haberla no creo que la hubiera en favor de los trabajadores y sus reivindicaciones, sino todo lo contrario, contra la debilidad del mando ante exigencias seguramente incomprensibles e inadecuadas. Habrá que leer esta semana periódicos de la oposición para ver por donde van los tiros, pero lo que más me asombra, aunque no tanto, no crean, es la actitud de los sindicatos, pues si ha habido un empate es porque ellos han cedido en algún término. Nunca entenderé la falta de unión de los trabajadores, aunque quizá se deba a la organización y funciones de los sindicatos en parte, pues también se debe en su mayoría a los poderes fácticos, pues bien se ocupan de que todos pagemos la sguridad social y demás impuestos, pero a la hora de garantizar los derechos laborales uno se tiene que buscar la vida por su cuenta sindicándose, para que luego no le sirva de mucho pues probablemente en su empresa no exista un sindicato de trabajadores representativo, con lo que de que sirve tu afiliación sino para pagar una cuota y mantener a unos dirigentes que luego se bajan los pantalones. Má vale lo bueno conocido que lo malo por conocer, eso pensará quien ante una exigencia que le es propia y comunitaria a la vez, permanece inerte ante ella proclamando su vida caprichosa, pues la veleidad humana toca hoy sus más altas cotas como demuestran las heridas del planeta en el que viajamos. Claro que el modelo social no lo pone fácil, si no trabajas no pagas la hipoteca, y eso hoy, aquí en España, es la mayor de las cadenas que atenazan a las personas. Menuda forma de control social más buena, y encima da mucho dinero, hay que ser gilipollas, con perdón para quien la pague.
Pero me gustaría terminar hablando del final, también insípido, de uno de los mejores actores que Hollywood ha dado, una leyenda con más de setenta películas, ese defensor acérrimo de uno de los iconos de la cultura norteamericana como son las armas de fuego. Parece ser que no tuvo que aprender mucho de su interpretación de Moises, pero también hay que decir en su favor que en su juventud era un demócrata convencido, pero una vez más el avance de la historia favorece al conservadurismo, y es que el miedo al cambio, a lo nuevo se extiende con la edad, edad que favoreció la presencia de uno de los males de este nuevo milenio como es el Alzheimer. Que pena, con lo que pudo haber aprendido de Sed de mal, y con Orson Welles, pero sin embargo ideológicamente otra celebridad más abraza la incoherencia del conservadurismo llevándola a miles de conciencias guiadas por el intelecto estelar mediatizado.
Pero para hacer justicia, gracias Charlton, por Ben-Hur y por todas esas grandes interpretaciones.

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