Esta semana el partido que gobierna va a aprobar la ley de economía sostenible y sin embargo tras lo visto en la puesta en escena del mitin de esta tarde, éste no parece que concuerde con su ideología de sostenibilidad, pues que yo sepa es carísimo hacer un mitin y más hacerlo de proporciones televisivas como el susodicho.
Claro que un puñado de votos bien vale una incoherencia, y como la trasposición del modelo americano triunfa en europa, pues a americanizarse a la española, es decir paupérricamente, pues lo que he podido ver deja un sabor a televisión local que a lo único que puede aspirar es a la pérdida de prestigio, al menos entre instruidos del medio. Los mensajes, sin embargo, no varían, sigue siendo eficaz no decir nada compremetedor o hacerlo falto de contenido, pero ahora embellecido por un sistema estelar, a la izquierda, nada de presentadores o reporteros de reconocido prestigio. Pero señores, entérense, en el circo de la televisión son los payasos y domadores quienes dominan las audiencias, sólo hace falta echar un vistazo a las audiencia o preguntárselo a Vasile, por tanto, si copian, haganlo bien, no sean como aquél cazurro niño que en clase suspendía aún copiando.
Pero fuera de la necedad de los responsables de comunicación, es necesario señalar el peligroso camino que echa a andar la política cuando quiere convertirse en plano total, no sólo de palabras, ahora también de imagen. Cada vez cuenta más el acercamiento político a los campos de marketing para allí conquistar ese puñado de votos que acercan al ansiado poder, y este endosamiento pasa por esa visión cuasipublicitaria de lo político, donde eslóganes, técnicas de comunicación y difusión suplen cualquier intento de discusión racional, hoy día el mensaje político suele ser unidireccional, hacia ese camino previamente marcado sin fisuras al que cuando se le quiere contestar ya es demasiado tarde por haber pasado de actualidad.
Un partido, pretendidamente de izquierdas, debería de luchar por la igualdad de condiciones y oportunidades en el debate político y no caer en la trampa de absolutizar dicho debate, aún a riesgo de perder un puñado de votos y algo de la poca coherencia que les queda.
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