lunes, 22 de septiembre de 2008

Otoño

Nuestra percepción cultural de la estación que hoy se abre paso tiene las notas melancólicas características de síndromes depresivos, a ello contribuyen rasgos específicos de carácter natural como pueden ser el tiempo lluvioso, el color ocre dominante recreado por la necesaria muda del follaje vegetal o rasgos creados por nuestra herencia sociocultural como puede ser la vuelta a la normalidad, al mundanal ruido de cada uno o incluso asociaciones más abstractas como referencias románticas que han cargado de tristeza y luto a la oscuridad, a los paisajes tenebrosos que nos deja esta estación anual o relacionarse con los periodos de plenitud, cuando ya la madurez ha pasado y asoma, amenazante, la vejez.
Uno puede estar más sensible y con tendencia al llanto, la naturaleza desnuda ayuda con su temprana llamada a la noche, morada de nostalgias y calamidades, sin embargo en esa misma naturaleza vista con nuevos ojos, con mirada lúcida, descrubimos los detalles que nuestra prisionera vista antes nos negaba. Un nuevo horizonte puede ser dibujado recorriendo la multitud de colores que ofrece, la paz que transmite empaparse en las viejas reflexiones diarias en la aún suave noche marcada con días de luz reciente. Sólo un pequeño gesto, mirar la lluvia a través de la ventana evoca tardes infantiles truncadas de correteos callejeros, tardes de pequeña reflexión infantil ahora rememoradas, aunque sacrificadas, truncadas o felizmente resueltas, sólo deberíamos saber aprender de ellas. La noche, no sólo trae el sosiego necesario, puede ser el momento de ebullición, no sólo en términos de diversión, con la que también mantengo cierta adicción, sino un lugar para el ejercicio crítico, un ejercicio intelectual por comprender y entender no sólo lo que vivamente nos rodea, también uno puede indagar dentro de sí en la quietud nocturna, libre de interferencias el discurrir.
No hay épocas más propensas a unas cosas que otras, es sólo cuestión de hábitos, costumbres y miradas, que necesariamennte hoy día han de ser revalorizadas continuamente. Por ello sed felices y disfrutad del otoño, primavera de la tragedia.

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