La resaca de los Goya ilumina en parte el título y el contenido del escrito de hoy, pues mi particular camino me lleva a enfrentarme, con cierta actitud estoica, al destino de mis tristes lunes sin sol en los que uno confunde el placer de la libertad con la causística impuesta por el ámbito cultural y social. Mi primer día de la semana es siempre de los últimos, siempre he ido a contraremolque y no es una cosa, por tanto, que me confunda o extrañe, y últimamente siempre de los más tristes, metereológicamente hablando. Si además le añadimos las ocupaciones y encargos postergados para tales fechas, los lunes se convierten en las peores pesadillas reales para el ser humano, todo para hacer el día en el que nada debes hacer. Hoy no fue diferente salvo por la constatación en el calendario de soleadas fechas pasadas, cuando mi camino fue iluminado, restringida mi libertad, sometido al haz de los impulsos y emociones. Hoy fue sencillamente diferente y cuál héroe fílmico supe tomar un punto de inflexión respecto de mi lunes, retornar antiguas sendas, acariciar el día como si de él se tratase, ser uno más fuera del raciocinio imperante, nada discurre sin su contrario y mi libertad suele ser superada por cuaquier constricción, hoy sólo quiero caminar, que en los lunes vuelva a brillar el sol.
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