Finalizó el mayor evento deportivo mundial y es la hora de unas primeras valoraciones. En primer lugar destacar la gran calidad competitiva de estos juegos reflejada en ese insustituible afán de superación humana marcado en los nuevos records mundiales pertrechados por estos maravillosos deportistas. Espíritu olímpico, deportivo, del que aún nos queda mucho por aprender y practicar, que se lo digan al cubano de taekwondo, o a los del dopaje...
De la actuación española me gustaría destacar su buen papel, a pesar de que algunos deportistas no colmaron las expectativas creadas, pero así es el deporte, y la vida, unas veces se gana, se consiguen los objetivos y otras no. Aparte de los gloriosos medallistas, de los que consiguieron diploma, de los que participaron en la final, me gustaría quedarme con la figura de dos mujeres, Marta Domínguez y Almudena Cid que para mi representan el auténtico espíritu deportivo y vital que priman en este evento. Marta por su implacable lucha consigo misma, con sus nuevos retos y por la gran carrera de 3.000 obstáculos que nos brindó, con trágica caída final, pero con el espíritu feliz que mantuvo en sus primeras declaraciones riéndose de su propia desgracia, que se le va a hacer, la vida es así, lo importante es intentarlo. De Almudena me quedo también con su lucha interna por superar clichés en el mundo de la gimnasia rítmica española y demostrar que con su edad pudo conseguir un diploma olímpico en su cuarta final, ole guapa.
Mi valoración general no puede ser otra que la máxima, increibles juegos...
Y ahora a esperar a la superación de Londres.
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