"Porque sueño no lo estoy. Porque sueño, sueño. Porque me abandono por las noches a mis sueños antes de que me deje el día. Porque no amo. Porque me asusta amar. Ya no sueño. Ya no sueño. A ti la dama, la audaz melancolía, que con grito solitario hiendes mis carnes ofreciéndolas al tedio. Tú que atormentas mis noches cuando no sé qué camino de mi vida tomar... te he pagado cien veces mi deuda. De las brasas del ensueño sólo me quedan las cenizas de la mentira, que tú misma, me habías obligado a oír. Y la blanca plenitud, no era como el viejo interludio y sí, una morena de finos tobillos que me clavó la pena de un pecho punzante en el que creí, y que no me dejó más que el remordimiento de haber visto nacer la luz sobre mi soledad".
Leolo me invita hoy con más ímpetu que nunca a este don que es la escritura, y no es para menos tras haber visto por primera vez tal ejercicio de escritura, tan literaria como fílmica, tan onírica y sensual como ruda y tangible. Que pena que los tesoros siempre estén escondidos y sólo reluzca lo gratamente publicitado y uno tenga que bucear axfisiándose para encontrar obras de valor universal que deberían ser de primera necesidad divulgativa. Que pena que Jean-Claude Lauzon no nos dejara apenas si este magnífico legado, pero con ello basta para ver otra sensibilidad en este malogrado autor, otra modo de mirar y obrar ante la vida y por ende ante y para el cine, como demuestra el perfecto ejercicio narrativo creado desde la gran poesía visual cabalgando sobre un eficiente montaje que nos transporta a una realidad llena de sensaciones.
Ahora pienso, valga la redundandia, en el "Pienso, luego existo" de Descartes y no dejo de pensar sino en "Sueño luego existo" y se me imbocan los espíritus de la utopía, la denostada y mal afamada creencia en los sueños que despiertos nos alejan de la realidad para escapar a nuestros mundos mejores, a nuestros paraisos de bienestar, a nuestros Olímpos particulares- Las utopías no comienzan con Tomás Moro o sus coetáneos o antecesores, la utopía acompaña al ser humano desde sus comienzos más primitivos y no acaban con cualquier futuro mejor. Siempre esperamos un mañana con mayor deseo y plenitud. La utopía como esperanza es un factor a tener en cuenta en los replanteamientos sociales actuales, por ello hemos de darle voz a las proyecciones vitales que reclaman nuevos modos y visiones ajustadas con los tiempos que caminan y los que han de correr. Leolo utiliza su propia utopía y hace un intento sublime por escapar de su realidad a través de su desbordante imaginación, plasmada en ese invento que antaño fue el papel. Su lucha por su mejor mundo, igual que la de cualquier ser ante su problemática diaria no deja de ser tan utópica como cualquier acción que pretenda mejorar cualquier estatus, pues ésta primeramente acciona otras orientadas a conseguir tal fin, así de la lectura (en el caso del personaje, aunque la podríamos trocar por el término cultura) florece la imaginación, y con ella las ganas de desbordarla imprimiéndole tu propio sello plasmado en cualquiera de los múltiples soportes que el ser humano usa como cobijo de sus más hondos símbolos.
Son tantos los pensamientos y tan pocas las palabras (y menos tras la grandeza de Leolo). Así tan sólo me queda recomendar que vean esta magnífica obra de CINE.
PD Gracias Dani (PUA) por esta recomendación, pero si debo ver algo, insísteme mucho más, jeje... y es que hay películas que te cambian la vida
Leolo me invita hoy con más ímpetu que nunca a este don que es la escritura, y no es para menos tras haber visto por primera vez tal ejercicio de escritura, tan literaria como fílmica, tan onírica y sensual como ruda y tangible. Que pena que los tesoros siempre estén escondidos y sólo reluzca lo gratamente publicitado y uno tenga que bucear axfisiándose para encontrar obras de valor universal que deberían ser de primera necesidad divulgativa. Que pena que Jean-Claude Lauzon no nos dejara apenas si este magnífico legado, pero con ello basta para ver otra sensibilidad en este malogrado autor, otra modo de mirar y obrar ante la vida y por ende ante y para el cine, como demuestra el perfecto ejercicio narrativo creado desde la gran poesía visual cabalgando sobre un eficiente montaje que nos transporta a una realidad llena de sensaciones.
Ahora pienso, valga la redundandia, en el "Pienso, luego existo" de Descartes y no dejo de pensar sino en "Sueño luego existo" y se me imbocan los espíritus de la utopía, la denostada y mal afamada creencia en los sueños que despiertos nos alejan de la realidad para escapar a nuestros mundos mejores, a nuestros paraisos de bienestar, a nuestros Olímpos particulares- Las utopías no comienzan con Tomás Moro o sus coetáneos o antecesores, la utopía acompaña al ser humano desde sus comienzos más primitivos y no acaban con cualquier futuro mejor. Siempre esperamos un mañana con mayor deseo y plenitud. La utopía como esperanza es un factor a tener en cuenta en los replanteamientos sociales actuales, por ello hemos de darle voz a las proyecciones vitales que reclaman nuevos modos y visiones ajustadas con los tiempos que caminan y los que han de correr. Leolo utiliza su propia utopía y hace un intento sublime por escapar de su realidad a través de su desbordante imaginación, plasmada en ese invento que antaño fue el papel. Su lucha por su mejor mundo, igual que la de cualquier ser ante su problemática diaria no deja de ser tan utópica como cualquier acción que pretenda mejorar cualquier estatus, pues ésta primeramente acciona otras orientadas a conseguir tal fin, así de la lectura (en el caso del personaje, aunque la podríamos trocar por el término cultura) florece la imaginación, y con ella las ganas de desbordarla imprimiéndole tu propio sello plasmado en cualquiera de los múltiples soportes que el ser humano usa como cobijo de sus más hondos símbolos.
Son tantos los pensamientos y tan pocas las palabras (y menos tras la grandeza de Leolo). Así tan sólo me queda recomendar que vean esta magnífica obra de CINE.
PD Gracias Dani (PUA) por esta recomendación, pero si debo ver algo, insísteme mucho más, jeje... y es que hay películas que te cambian la vida
3 comentarios:
Leolo es también para mi, una de esas películas que me dejó totalmente impresionada.
Es pura magia, todo en ella nos lleva a otro mundo, nos transporta más allá de nuestra piel, es brutal, bestial, ...
No me quedé en la película, que por cierto he visto montones de veces, también busqué el libro, ese que leía Leolo junto a la luz ténue de la nevera.
Hiper recomendable su lectura:
L' AVALEE DES AVALES
(El valle de los avasallados)
Autor: Rejean Ducharme
"Je suis seule. Je n'ai qu'à me fermer les yeux pour m'en apercevoir. Quand on veut savoir où on est, on se ferme les yeux. On est là où on est quand on a les yeux fermés: on est dans le noir et dans le vide."
Yo estoy sola. No tengo más que cerrar los ojos para darme cuenta. Cuando se quiere saber donde se está, se cierran los ojos. Estamos donde nos encontramos cuando tenemos los ojos cerrados: estamos en la oscuridad y en el vacío.
Mil gracias por tu comentario.
Intenté conseguir el libro de Réjean Ducharme, por cierto tremenda figura, pero no está en español, que pena, ¿para cuando una traducción de un libro seguramente muy demandado?
Sinceramente, me encataría crear un blog comunitario donde fuera la gente traduciendo capítulos, en todos los idiomas y estuviera así disponible para todos, aunque no sé muy bien sobre la legalidad de este acto, pero no es la cultura del pueblo?
Jeanne, ya tiene conocimiento de ello, pero para tí, Raúl, la noticia es nueva. L'avalée des avalés ya ha sido publicado al castellano bajo el titulo El valle de los avasallados.
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